Nvidia, un gigante de la industria tecnológica, se encuentra en el centro de negociaciones complejas con el gobierno de los Estados Unidos sobre la exportación de una nueva inteligencia artificial de chips en China.
En el momento del aumento de la tensión comercial, la compañía busca luz verde para introducir un producto más avanzado que el autorizado actualmente, H20.
Como se indicó en el Ephe, la situación aumenta el equilibrio sensible entre el enorme mercado chino y las preocupaciones de la seguridad nacional de Washington.
El CEO de Nvidia Jensen Huang confirmó las conversaciones con la administración de Donald Trump, pero tuvo cuidado con el resultado.
“Estamos en diálogo con ellos, pero todavía es demasiado pronto para decir eso”, dijo Huang durante una visita a Taipéi, Taiwán.
Su viaje enfatiza la importancia estratégica de la región, donde se reunió con los gerentes de TSMC, el principal fabricante de los chips de la compañía.
Nvidia y su conflicto de intereses
Las negociaciones se volvieron aún más complejas con la intervención directa del presidente Trump.
La semana pasada, el presidente insinuó que Nvidia no podría vender su chip más avanzado, Blackwell, China. A cambio de la licencia de exportación de chips H20, el gobierno federal solicitó el 15% de los ingresos de esta venta.
Trump, sin embargo, continuó, sugiriendo la posibilidad de mantener una ganancia de hasta un 50% para la venta de Blackwell Chip, aumentando una apuesta en este juego de poder.
Además, la situación se complica por la preocupación de Beijing. El regulador de Internet chino, CAC, ha cuestionado la seguridad de los chips H20, explorando la posibilidad de contener la “puerta trasera”.
Huang de repente negó estas acusaciones, describiéndolas como una “sorpresa” y asegurando que no hubiera vulnerabilidad de seguridad en sus productos. Sin embargo, las autoridades chinas pidieron a las compañías locales que eviten usar el procesador H20 en proyectos confidenciales, agregando otra capa de presión a las negociaciones.
El dilema de Nvidia es una señal clara de que el progreso tecnológico y las decisiones políticas están estrechamente relacionadas, tejiendo la red de intereses económicos y problemas de seguridad que definirán el futuro del mercado global de inteligencia artificial.
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