Los gobiernos que reciben una población migrante deben participar en efectos psicológicos negativos sufridos por la diáspora mundial, según el abogado del abogado de derechos humanos Coromoto Ramos.
Cuando dejó su hogar, un emigrante puede enfrentar los sentimientos de nostalgia por el recuerdo de su familia y representar la ansiedad y el estrés al adaptarse a una nueva cultura, agregó el activista.
Explicó que esta era la razón del pacto mundial para la migración, el acuerdo de intergoración, no vinculante, para mejorar la cooperación internacional firmada por los Estados miembros de la ONU en 2018.
Este es el primer acuerdo interrelacional basado en la legislación internacional sobre los derechos humanos con la obligación de eliminar todas las formas de discriminación, racismo, xenofobia, explotación laboral e intolerancia, contra los migrantes y sus familias.
El defensor de los derechos humanos dijo que este compromiso mundial con la cooperación con la diáspora mundial no se cumplió y se refiere a lo que estaba sucediendo en los Estados Unidos contra la población migrante.
Ramos es miembro de la Comisión Legal de la Organización Latina Americana de Derechos Humanos (organizado), registrado en la OEA con sede en Valentius, el estado de Carabo.
Dijo que en 2024, según el informe de la ONU para los refugiados (ACNUR), 123 millones de personas fueron desplazadas por persecución, conflictos y violaciones de los derechos humanos, entre otras formas de violencia.
El defensor de los derechos humanos comentó que las personas que deciden buscar el futuro en los territorios extranjeros, la separación de su familia puede conducir a la soledad y la ansiedad, especialmente cuando se adaptan a un nuevo país y cultura.
“Además, la búsqueda de empleo y la inseguridad económica crean estrés y afectan su confianza, pero aún así, muchas de estas personas desarrollan una gran resistencia y nuevas habilidades, que están listas para enfrentar dificultades y desafíos”, dijo el abogado.